Siempre he admirado la fuerza tranquila en los hombres mayores: firmes, sabios y reflexivos. Disfruto de los momentos que fluyen con facilidad: buenas conversaciones, sonrisas sinceras y noches tranquilas que se sienten silenciosamente adecuadas. Creo en la conexión que crece de forma natural sin presión ni prisa. A veces la simplicidad contiene la mayor belleza.